Amargos recuerdos
Una mañana de enero desperté envuelta en lágrimas buscando una razón que mi corazón desconocía. Intentaba comprender porque me iciste tanto daño, comprender tu mentiras, tus falsas palabras, tus besos de Judas, que se tornaron en mil cristales que me atravesaban el alma formando un millón de cicatrices, cicatrices tan profundas que tardaron en cerrarse. Nunca imaginé que en tan poco tiempo pudieras cambiarme la vida por completo. Pasé de ser la persona más feliz del universo a ser un felpudo para la suela de tus zapatos. Dejaste tan profunda huella en mi vida que aun hoy, después de casi tres verano, me estremezco al pensar lo que llegaste a ser para mí y lo que ahora eres. Contigo aprendí que las ilusiones rotas se pueden convertir en mil cuchillas que te atraviesan el alma lentamente, sintiendo las frías hojas de acero cortando el interior de lo más profundo de tu ser, atravesar tus venas y sentir la sangre caliente correr por tus brazos y envolviendote en un intenso paño rojizo. C